martes, 12 de septiembre de 2017

Una Vida Cambiada


Cuando mi vecina y amiga me habló por primera vez del Señor me preguntó:

-Te gustaría recibir al Espíritu Santo en tu vida?

-El Espíritu Santo? Quién es y qué hace?

Ella de una forma bastante breve, empezó a narrarme lo que aconteció a los discípulos el día de Pentecostés, de manera que logró captar mi atención; aquello me había impresionado y cuando terminó su relato le pude responder a su pregunta, mi respuesta fué rotunda: Sí. Me preparé para recibirle, como si fuera algo muy especial (que en efecto lo fué ) confesé mis pecados y por primera vez en mi vida sentí un verdadero arrepentimiento; a medida que pasaron los días, empecé a notar cambios en mí como por el poder de alguien que me había poseído. No sabía que era lo que realmente me había sucedido, pero había muchas cosas en mí que se habían suprimido como por arte de magia. La paz y la quietud reinaban en todo mi ser y aquel constante vaivén de nervios que alteraban mi forma de proceder, habían desaparecido. Poco a poco me di cuenta de quién es el Espíritu Santo y qué hace; comprendí que en ese momento Él deseaba llenar mi vida, deseaba cambiarme.

Mi intención al compartir esto, es poder identificar que Él es el que nos posee a nosotros en lugar de un poder, una influencia o una actitud que poseemos.

El Espíritu Santo mora en el corazón de toda persona que ha nacido de Él. Romanos 8:16 nos dice: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Hay un instint o espiritual en el creyente recién nacido que le da la certidumbre de que es hijo de Dios. El Espíritu mismo da juntamente testimonio al espíritu del creyente, de que es un miembro de la familia de Dios. Es aquí cuando se experimenta la plenitud. Si le entregaste tu vida a Cristo, Él vive en ti a través de Su Espíritu; cuando Él entra en nuestro corazón, lo recibimos con toda plenitud, pero ten en cuenta que a veces el Espíritu se nos contrista y que esa llenura, esa plenitud deja de ser constante. El hecho de que el Espíritu de Dios more en ti es muy diferente de experiementar su plenitud.

Antes de Pentecostés, Pedro era un individuo miedoso y temperamental que le había cortado una oraja a un soldado con una espada. Despues de Pentecostés no se ve evidencia de inestabilidad o superficialidad en Pedro. Se volvió una persona totalmente diferente, hubo un cambio substancial en su vida. Comenzó a predicar con valentía, permitió que Dios obrara milagros por medio de él, proclamó a Cristo mientras arriesgaba su vida y se expresó con certeza y fe.

Una copa que contiene poca agua es muy diferente de otra que está llena y rebosa. Por eso Jesús se refirió a la experiencia de que el Espíritu “se desborda” en el interior tuyo. (Juan 7:38-39) El Espíritu Santo quiere fluir desde el interior tuyo como el agua viva que mencionó Jesús.

Dios quiere que tu personalidad esté llena y rebosante del Espíritu Santo. Al tu rendirte a Sus pies, Él se hace cargo de cada aspecto de tu personalidad. Tu ser interior se completa integralmente mientras tu experimentas una comunión constante con Él. “Embriágate de Él” sólo así podrá cambiar tu vida.

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu.


(Efesios 5:18)

Derechos reservados a los autores originales de este escrito.

No hay comentarios.: